Mujeres de albada, de Lilí Muñoz

Reconstrucción histórica y lenguaje lírico. Una composición que atrapa. Mosaico de voces que se dejan oír sin que medien herramientas gráficas que separen narrador de personajes.  La ficción cruza la barrera hacia historias individuales, se entrelazan, y un fino hilo las une con maestría. Se escuchan coros cuyos orígenes se irán develando al avanzar la lectura.        

La ubicación temporal y espacial nos ubica en Ushuaia, en la “Tierra de los Fuegos”, cuando promediaba febrero de 1900. Un caserío opaco y brumoso que aún guardaba los antiguos fuegos, como lenguaje milenario, de los pueblos originarios.

 ¿Que éramos bárbaros?... ¿porque guardábamos nuestra lengua y nuestras tradiciones?... ¿Quiénes eran los bárbaros? Los fuegos, nuestros fuegos de vida, permanecían encendidos en la tierra y en el mar… No terminaban ni de día ni de noche… La canoa les daba albergue y nosotros, mujeres y hombres chamanes los encendíamos...”.

 Allí arribaron mujeres en calidad de “voluntarias”, según los periódicos de la época, para “poblar el fin del mundo conocido”, en el vientre de un mercante envueltas en el anonimato. El texto les ofrece nombres, ilusiones, proyectos. Al final no son más que un puñado de desheredadas que luchan por imponerse al clima y las calamidades,

La autora nos hace un recorrido por lo inhóspito.

El espíritu poético y, al mismo tiempo, ágil nos encamina por diferentes líneas de acción. Junto a las historias de amor, arrebatadas por la inclemencia, y las de los hombres doblemente castigados, condenados a trabajar en la construcción de la cárcel más austral del mundo; subyacen los problemas sociales de la Patagonia trágica. Conflictos de los pueblos sureños, donde el silencio y la soledad ofician de marco para parir un nuevo territorio, teñido de la sangre de los trabajadores.

Se intercalan espacios reales y narraciones que bordean lo imposible.

 Nadie recordaba haber visto regresar a Adelina… una de las nueve o diez voluntarias. Una nadie. Una cualquiera. Parte del botín del ninguneo. Antes y durante la estadía en la Tierra de los Fuegos y en la larga Patagonia las hicieron de niebla y humo. Las ignoraron. Sus nombres fueron una mezcla en los registros… Todas fueron ninguna… Sólo el olvido resultó de ellas…”.

Esta obra tiene el valor de ser un aporte significativo a la escasa literatura dedicada a nombrar y destacar la labor de las primeras mujeres, no nativas, que habitaron la Patagonia, y de las diversas condiciones de inmigración que debieron afrontar. Se conservan pocos nombres de aquellas. Sus huellas se borraron o quedaron confundidas con otras huellas. Su existencia concreta y su historia singular se perdieron en una visión colectiva como madres, amas de casa, guardianas de las tradiciones familiares.

Lilí Muñoz, en Mujeres de albada, rescata un pasado sediento de voces que digan de aquellos hombres y mujeres, los transitaron los infiernos fríos y desolados del sur del mundo.

 

Cristina González

Autora de El espíritu de la niebla, Enero editorial 2024