¿Qué inspira a los que nos inspiran?

La soledad habita donde faltan las palabras. Las palabras faltan, cuando las historias que pueden contar son mal vistas o incomprendidas por los relatos hegemónicos. Los silencios contenidos son dolorosos. Los dolores claman en el cuerpo.

Estas son las primeras reflexiones que vienen a mi mente al día siguiente de terminar La soledad de los números primos de Paolo Giordano, una novela que me tuvo atrapada de principio a fin. Las metáforas de la matemática y de la física, como imágenes de mundos ideales, lógicos, contrastan con las contradicciones de la vida que parece no alojar a los diferentes. Y en esta historia, los protagonistas incomprendidos están unidos por un amor que no terminan de declararse. Las imágenes conceptuales alternan con los retratos fotográficos, y las acciones permiten percibir la intensidad emocional por la que atraviesan Ali y Mattía.

Los personajes secundarios componen el rompecabezas que da sentido al drama, al retratar sus contextos familiares y sociales, mostrando que no es posible ser, sino en relación con, aún con ausencias como la de Michela que marca el destino y las decisiones de su hermano gemelo.

Las escenas que dan saltos en el tiempo de capítulo a capítulo, están magistralmente compuestas para que un accidente, por ejemplo, pueda dar cuenta de toda la niñez.

Disfruté de la lectura de este texto, lo sufrí y pude vivir dentro de su trama.

 

“Al pasar junto a ella le rozó la mano sin querer.

─En tu carta… querías decirme algo.

Alice sonrió.

─No era nada.

─Antes has dicho que era importante.

─No, no lo es.

─¿Algo sobre mí?

Ella dudó un momento.

─No. Sobre mí.

 

Mattia inclinó la cabeza, pensó que allí se agotaba la posibilidad, que acababan de extinguirse las invisibles fuerzas de campo que los habían mantenido unidos a través del aire”.

 

“Se vio de nuevo tendida en aquel barranco, en la nieve, en medio de un silencio perfecto. Tampoco ahora nadie sabía dónde estaba; tampoco ahora vendrían por ella. Tampoco ella esperaba ya.

 

Sonrió al cielo terso. Con un poco de esfuerzo podría levantarse sola.”

 

 

Elizabeth Gothelf

Autora de Otro cielo

Enero editorial, 2024