Presentar el tercer libro de un escritor es una experiencia particular. No se trata de presentar al autor, como ocurre con una primera novela, ni tampoco de celebrar (a veces resulta un verdadero milagro) la aparición de una segunda. Presentar la tercera novela de Ismael Cuasnicú es comenzar a vislumbrar las constantes de una obra en construcción que, uno espera, continuará su desarrollo sostenidamente hacia una plenitud indefinida, es decir, siempre abierta.
Ariel Pavón